Comentarios del día de la Sagrada Familia


EXILIO, EXODO, LIBERACION

Jesús de Nazaret empezó su vida huyendo al exilio. Lo perseguían por cuestiones políticas. Su familia su/rió las con secuencias de esa persecución que acabaría llevándole a la muerte. Pero su exilio, como toda su vida y su muerte, fue el anuncio de un nuevo éxodo, de un nuevo camino hacia la libertad. Dos mil años después, muchos hombres viven en el exilio. ¿Llegará el día en que la libertad se instale definitivamente en nuestro mundo?

HERODES Y SUS SUCESORES

Parece como si no hubieran pasado dos mil años. Herodes murió, pero su estilo sigue presente. No, Herodes no es una simple anécdota de la historia (un rey cruel que mandó matar en una ocasión a los niños menores de dos años, los Santos Inocentes);Herodes es la personificación de la crueldad del poder, que siempre se ensaña en los inocentes, aunque éstos hayan llegado a la mayoría de edad.

Sí, es tristemente aleccionador el paralelismo que se puede apreciar entre Herodes y muchos otros personajes de la historia, desde Herodes hijo, que siguió amenazando a Jesús, has ta… Veamos:

-Llevaba un título que, de hecho, no ejercía; se llamaba rey, pero quien mandaba de veras era el emperador de Roma.

-Poco poder tenía, pero ese poco lo utilizaba en contra de los intereses y de la voluntad del pueblo; de su acción de gobierno sólo salían beneficiados él y los cuatro que estaban a su alrededor.

-Con esta premisa, es fácil deducir que la base de su poder no era otra que la violencia ejercida con la máxima crueldad.

-Eso si: era un eminente defensor de la religión y de las tradiciones; una de sus grandes obras fue la reconstrucción del templo de Jerusalén, que llevaba varios siglos destruido. Y seguro que alguna vez se hizo llamar rey por la gracia de Dios.

-Probablemente era un apasionado defensor de la fami lia en cuanto institución tradicional; pero no le importaba des terrar o diezmar a las familias si eso daba mayor firmeza a su trono.

¿Verdad que no es difícil encontrar muchos sujetos para estas cualidades?

SOLUCIONES «EFICACES»

Como cualquier tirano, Herodes tenía miedo a perder el poder. Por eso se asustó cuando llegaron unos extranjeros pre guntando por el Rey de los judíos que acababa de nacer (Mt 2,1-3), ¡sin que él hubiera tenido noticias de ello! Y en un alarde de sagacidad política decidió que la mejor manera de acabar con el problema era eliminar los nacidos en los dos últi mos años: «Entonces Herodes, viéndose burlado por los ma­gos, montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo en Belén y sus alrededores… » A todos; así no habría fallo.

La historia se repetía: muchos siglos antes, José, hijo de Jacob, había llevado a toda su familia a Egipto huyendo del hambre (Gn 47,1-12). Aquella familia pronto se convirtió en un grupo tan numeroso que el faraón se asustó (Ex 1,8-10). Y la solución al problema fue, ya entonces, matar a todos los recién nacidos, sin darles tiempo para crecer (Ex 1,15-22). Así no serían nunca un peligro para el poder.

 

UN DIOS LIBERADOR

En ambos casos tuvo que intervenir el Señor, mostrándose, ya desde el principio, como el Dios liberador de los oprimidos. Y así, con el empuje y la fuerza de su Espíritu, en las dos ocasiones se inició un largo camino, un éxodo, un proceso de liberación. El primero terminó en la creación de un pueblo de hombres libres (Ex 3-15); el segundo, el que empezó Jesús, aún en marcha, sigue siendo una posibilidad abierta para la liberación de todos los hombres y todos los pueblos. Posibili dad que se hará efectiva si es libremente acogida.

 

UNA FAMILIA UNIVERSAL

Anuncio y propuesta de ese proceso de liberación univer sal es el camino que tiene que realizar la Sagrada Familia, aquella humilde familia formaba por José,chapucero’ de pro fesión; María, su mujer, una sencilla muchacha de Nazaret, y Jesús, exiliado político recién nacido y perseguido por el po der hasta la muerte.

Al aceptar cada uno de sus miembros la misión que el Se ñor les había encomendado, aquella familia se convirtió en semilla de esa otra familia que propondría Jesús: la de los que ponen por obra el designio del Padre del cielo (Mt 12,49-50); la de los que empujan hacia su liberación a este mundo; la de los que luchan sin tregua para que la humanidad entera sea una familia y este mundo llegue a ser definitivamente un mun do de hermanos.

He aquí una tarea central de las familias cristianas: ser ámbito de libertad en sí mismas y, al mismo tiempo, unidad de acción en favor de la liberación de todos los hombres y to dos los pueblos oprimidos, siempre en defensa de todos los inocentes perseguidos por cualquier tiranía. Cuando las fami lias vivan de esta manera, asumiendo los riesgos que esto les traiga, las familias podrán llamarse de verdad «cristianas» y estará más cercano el día en que la libertad se instale defini tivamente en nuestro mundo.

 

 

II

 

vv. 13-15. Comienza el tríptico. Sigue en primer término la figura de José, que se asocia con la del patriarca del AT. Como aquél, José salva a su familia llevándosela a Egipto (Gn 45-46), para vol ver luego a la tierra prometida. En Jesús comienza el nuevo Israel, como lo expresa el texto de Oseas (11,2) que le aplica Mt: «Llamé a mi Hijo para que saliera de Egipto (el texto no corresponde a los LXX, sino al hebreo). José y María, representantes respectivamente del Israel fiel y de ia nueva comunidad, aparecen unidos por Jesús («el niño» ocupa el puesto central en la frase). Uno y otro personaje quedan asociados al éxodo del Mesías. El resto de Israel (José) había tenido experiencia del éxodo de Moisés; es él quien recibe el encargo de volver a Egipto para que desde allí se realice el éxodo mesiánico que ha de llevar a su estado definitivo la libe ración realizada por el primero.

 

vv. 19-23. Dios sigue velando por la suerte de su Mesías. Los que detentan el poder pasan (muerte de Herodes), pero el poder se perpetúa con las mismas características de crueldad (Arquelao). Se ve cómo el término «padre» (sucesor de su padre, Herodes) no indica solamente generación, sino identidad de comportamiento.

Galilea no estaba bajo la jurisdicción de Arquelao. Nazaret, pue blo o aldea nunca mencionado en el AT.

 

Los personajes que aparecen en el cap. 2 son figuras represen tativas. Los magos (2,lss) representan a la humanidad inquieta y deseosa de salvación, a Jos hombres capaces de reconocer la in tervención de Dios en la historia y dispuestos a todo para encon trarse con ella. Herodes (2,3) y Arquelao (2,22) son figuras del poder político, celoso de su hegemonía y temeroso de que alguien se la arrebate; además, mentiroso e hipócrita (2,7s) y asesino (2,13.16). El pueblo aparece sometido e identificado con el tirano (2,3). Los jerarcas y los intelectuales judíos (2,4) son los que sa ben; conocen las promesas, pero no participan de la expectación. Instalados en su posición de privilegio, no desean ni esperan el cambio. Los hechos no suscitan su interés. Contrastan con José (1,20-25), figura del resto de Israel fiel a Dios.

Mt contrapone el rey Herodes al rey de los judíos que ha na cido (2,2), el poder y la tiranía del primero a la debilidad del se gundo (niño). «El rey de los judíos» será el título en la cruz de Jesús (27,37), expresión máxima de su debilidad.

 

 

III

 

En medio del tiempo de Navidad -este año concretamente en el mismo día siguiente- la Iglesia fija nuestra atención en una realidad muy humana de la vida de Jesús: como todo ser humano Él contó con una familia que lo crió. Tuvo un padre y una madre humanos, un ambiente vital en el que se levantó hasta llegar a ser un adulto, que lo modeló y preparó para realizar su misión.

La primera lectura está tomada del libro de Ben Sirá o «Sirácida» (llamado antiguamente «Eclesiástico». Se prefieren ahora estas designaciones para evitar la confusión muy frecuente con el libro del Eclesiastés o «Qohélet), que pertenece al grupo de los libros sapienciales del Antiguo Testamento. En él se nos brindan enseñanzas para saber vivir en la presencia de Dios y en la comunidad humana. Muchas de dichas enseñanzas tienen que ver con la familia. Seguramente Jesús amó, respetó y obedeció a sus padres como se nos enseña en la lectura. La mayor parte de su vida la pasó en compañía de los suyos, aunque no sabemos casi nada de las circunstancias de ese período de su vida que llamamos «vida oculta». Los judíos en la época de Jesús, y muchos de los pueblos primitivos, no conocían, ni conocen, las actuales dificultades y crisis por las que atraviesa en nuestra época la institución familiar. Lo normal era que la familia permaneciera unida, que los vínculos entre sus miembros fueran muy estrechos y positivos. Es cierto que entre los judíos existía el divorcio, a favor del varón, y que la mujer estaba completamente sometida a la voluntad de su padre mientras era soltera y de su esposo cuando se casaba; pero esto se vivía con naturalidad, pues no existían los criterios y movimientos de autonomía femenina que existen en nuestra época, ni los juicios de «machismo» o «sexismo» para ciertas actitudes, como tenemos hoy. Otra cosa muy distinta es la actitud de Jesús frente a su familia una vez comenzada su misión. Sabemos por los evangelios que abandonó su casa, que no formó una familia propia sino que se dedicó por entero a su vocación de proclamar la Buena Noticia; que cuando su familia intentó ponerle alguna traba, recordándole quizá sus obligaciones, Jesús reaccionó con independencia soberana. No obstante todo eso, el evangelista san Juan nos presenta a la madre de Jesús al pie de la cruz, y san Lucas la coloca claramente entre los miembros de la Iglesia naciente.

 

El pasaje de la carta paulina a los Colosenses es una exhortación a la vida de amor en el seno de una comunidad cristiana. Si Dios nos amó y nos perdonó en Jesucristo, también nosotros debemos amarnos y perdonarnos los unos a los otros. La Iglesia es como una gran familia que vive en la presencia del padre Dios con los sentimientos tan elevados y nobles que San Pablo enumera en su carta: misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión, perdón mutuo, paz… Se nos llega a decir que somos un solo cuerpo y que Cristo es como el árbitro en nuestro corazón.

Por su parte la familia cristiana no debe ser como cualquier familia, debe vivir abierta a la entera comunidad eclesial, de suyo debe ser como una especie de «iglesia doméstica» que se integra a la gran Iglesia constituyendo uno de sus pilares fundamentales. Las relaciones entre los esposos cristianos no están regidas por un simple contrato civil de matrimonio, entre ellos se realiza el misterio del amor de Dios significado en el sacramento del matrimonio y, junto con sus hijos, deben vivir los mismos ideales que san Pablo traza para la Iglesia entera.

 

En el evangelio de San Mateo se nos presenta un momento concreto de la vida de la sagrada familia: el de su huida a Egipto para evitar la persecución desatada por Herodes. ¿Acaso no debemos admirar la valentía, la solicitud y la prudencia con que José cumple las instrucciones del ángel, y la docilidad de María? ¿Acaso no es el pasaje un ejemplo de la providencia paternal de Dios sobre estos humildes esposos, a los cuales ha confiado los primeros pasos de su enviado? José buscó para los suyos, siguiendo las inspiraciones divinas, un lugar tranquilo y seguro, en donde pudieran vivir honestamente, dedicados a sus humildes oficios, en la paz doméstica. Por todo esto la Iglesia propone a las familias cristianas este ejemplo: el de la sagrada familia de Nazaret, en la que seguramente se daban las virtudes de que se nos habla en las dos primeras lecturas.

Mirando un poco más allá del cuadro idílico de la casa de Nazaret, podemos hacernos esta reflexión: la familia no fue para Jesús un obstáculo a la hora de emprender su tarea salvadora. Seguramente María sintió la separación de su hijo. Como toda madre hubiera querido retenerlo junto a la seguridad de su amor. Pero, como toda madre consciente, comprendió que su hijo debía ser él mismo, debía encontrar el sentido y la meta de su existencia, y a este deber ella se plegó humilde y amorosamente, ella que sabía de escuchar la Palabra y acogerla en el corazón.

 

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 137, «Perdidos en el Templo», de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil. El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1600137 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap137b.mp3

 

Para la revisión de vida

No hay un único modelo de familia cristiana, y en cualquier tipo humano de familia se puede vivir según el espíritu cristiano; eso es algo que lo sabemos muy bien; pero, sea del tipo que sea mi familia, ¿trato de vivir en ella los valores evangélicos? ¿Cómo? ¿Qué espera más de mí mi familia?

 

Para la reunión de grupo

El quinto mandamiento del Decálogo corresponde con nuestro cuarto mandamiento, y reza así: «Honra a tu padre y a tu madre». ¿Es un mandamiento judío, o cristiano? Por otra parte, ¿sería un mandamiento «revelado» o «natural»? ¿Por qué?

San Pablo no nos propone nada específica y originalmente cristiano sobre cómo ser cristiano en casa; nos propone una ética familiar llena de lógica sensata y entrañablemente humana. ¿Es que no hay una «ética o moral cristiana de la familia»? ¿Por qué?

Hay un «modelo cristiano» de familia? ¿En qué sentido?

El Evangelio, ¿nos da una lista de valores que podríamos calificar como propios de una familia cristiana o, simplemente, nos invita a que nuestra familia esté abierta a Dios para que acojamos confiadamente su palabra y su plan en nuestras vidas?

La moral cristiana sobre la familia ¿debe estar recogida en la legislación civil? ¿Por qué? Repasemos el caso del divorcio, por ejemplo. (Abordar otros casos, si da tiempo).

 

Para la oración de los fieles

Por toda la Humanidad, para que los cristianos colaboremos a hacer de ella una verdadera familia en la que no haya discriminaciones sino que reinen la justicia, el amor y la fraternidad. Oremos.

Por todos cristianos, para que seamos solidarios en la tarea de hacer de este mundo una única familia humana llena de paz y fraternidad. Oremos.

Para que ayudemos a construir una sociedad que ayude a las familias a vivir el amor, sin imponer un modelo único de familia, ni siquiera «el modelo cristiano»…

Por las familias cristianas, para que estén abiertas a todas las transformaciones positivas que vive hoy la institución familiar. Oremos.

Por las familias rotas, los hijos que sufren las consecuencias de una separación, los que estén alejados de sus familias, los que no aciertan a saber convivir con los suyos. Oremos.

Por las familias sin vivienda, sin trabajo, emigrantes. Oremos.

Por nuestras familias, para que vivamos en coherencia con nuestra fe, trabajando por el Reino. Oremos.

 

Oración comunitaria

Dios, Padre nuestro, que en la Sagrada Familia nos enseñas cómo hemos de buscar siempre y por encima de todo tu voluntad; enséñanos a parecernos a ella para que, unidos por los lazos del respeto, la comprensión y el amor, trabajemos siempre por tu Reino. Por Jesucristo.

O bien:

Oh Dios, Padre, Madre, Amante, Amigo, Amiga… Familia primordial, origen fontal del Ser, raíz última de la Realidad… Tú, Misterio inefable que no eres encuadrable en nuestras categorías familiares, danos tu Luz y tu Fuerza para que nos ayuden a vivir según tu mismo Amor, con libertad y creatividad. Nosotros te lo pedimos por Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro.

 

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